Docker y las máquinas virtuales (VMs) ofrecen entornos aislados donde puedes ejecutar software, pero funcionan de maneras fundamentalmente diferentes.
Una máquina virtual es una emulación completa de un sistema informático, incluyendo su hardware. Cuando ejecutas una VM, estás ejecutando un sistema operativo completo con todas sus aplicaciones en tu sistema operativo host. Las VMs tienen su propio kernel del sistema operativo, sus propios binarios y bibliotecas, y espacio de almacenamiento asignado. Esto las hace extremadamente seguras e independientes, pero también bastante pesadas y lentas para arranque y ejecución.
Docker, por otro lado, es una plataforma de contenedores. Mientras que las VMs virtualizan el hardware, los contenedores de Docker virtualizan el sistema operativo host. Cada contenedor de Docker se ejecuta en el mismo kernel de sistema operativo y comparte los binarios y bibliotecas. Esto hace que los contenedores de Docker sean mucho más ligeros y rápidos que las VMs. Sin embargo, dado que los contenedores comparten el mismo kernel, son menos aislados y no pueden ejecutar diferentes sistemas operativos.
En resumen, las máquinas virtuales ofrecen un alto grado de aislamiento y flexibilidad a expensas de la eficiencia, mientras que Docker ofrece eficiencia y velocidad a expensas del aislamiento y la flexibilidad.