La compresión HTTP es una técnica que reduce el tamaño de los archivos que se envían entre el servidor y el cliente de una página web, lo que mejora el rendimiento y la velocidad de carga.
Para implementar la compresión, el cliente envía una solicitud al servidor con una cabecera HTTP indicando que admite la compresión y qué algoritmos de compresión acepta. El servidor, a su vez, responde con una cabecera indicando el algoritmo que se usará para comprimir los datos en la respuesta.
Cuando el servidor envía la respuesta, comprime los datos utilizando el algoritmo acordado, y envía la respuesta comprimida a través de la red. El cliente, al recibir la respuesta, descomprime los datos y los muestra en el navegador.
Entre los algoritmos de compresión más utilizados en HTTP se encuentran gzip y deflate. El primero es el más comúnmente usado y es bastante eficiente en la reducción del tamaño de los archivos en hasta un 80%, lo que resulta en una transferencia de datos más rápida y eficiente.